Ateneo de Córdoba. Calle Rodríguez Sánchez, número 7 (Hermandades del Trabajo).

PRÓXIMOS ACTOS DEL ATENEO DE CÓRDOBA

Nueva Junta Junta Directiva del Ateneo de Córdoba

Marzo , 1a.quincena. Conferencia de JUAN ORTIZ VILLALBA. " LA MASONERÍA EN CÓRDOBA ". (Presenta José Luis García Clavero).
Jueves 11 de abril. Conferencia de DESIDERIO VAQUERIZO." LOS ORIGENES DE CÓRDOBA". (Presenta J.L.G.C).
Finales de abril, primera semana de mayo. Proyección del documental "MONTE HORQUERA" de FERNANDO PENCO, galardonado en diversos Festivales internacionales (Italia, India, Holanda etc,)
Lunes 11 de Mayo. Conferencia de MANUEL VACAS." LA GUERRA CIVIL EN EL NORTE DE LA PROVINCIA DE CÓRDOBA.LAS BATALLAS DE POZOBLANCO Y PEÑARROYA- VALSEQUILLO". (Presenta Antonio BARRAGÁN).Todos los actos en la Sede del Ateneo.

CONVOCADOS LOS PREMIOS DEL ATENEO DE CÓRDOBA
XI Premio de Relato Rafael Mir.
XXXIX Premio de Poesía Juan Bernier.
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Fernando Garrido

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Fernando Garrido Tortosa (Cartagena, Murcia; 6 de enero de 1821 - 3 de junio de 1883), fue un político y escritor español.

Biografía

Establecido con su familia en Cádiz cuando contaba dieciséis años, dedicóse con verdadera pasión al ejercicio de la pintura, y cuatro años más tarde, sin abandonar aquel arte, inició su carrera política y literaria en La Estrella, La Caricatura, El Infierno y otros periódicos de la ciudad gaditana, algunos de ellos autonomistas. Luego se trasladó a Madrid y publicó en 1846 la revista decenal La Atracción, que sólo vivió tres meses, pero que atrajo al lado de Garrido a varios demócratas socialistas, entre los que figuraban Sixto Cámara, José Ordax Avecilla y otros. Un año más tarde fundó La Organización del Trabajo, periódico destinado a propagar y enaltecer la teoría societaria de Charles Fourier, pero que no vivió doce meses. Fue cerrado por el gobierno de Narváez.

Al periódico cerrado lo reemplazó El Eco de la Juventud, en que prosiguió Garrido con entusiasmo su propaganda socialista, así como luego en La Asociación, y, censurado este, en los folletos Propaganda democrática de los viejos partidos políticos y Defensa del socialismo. En esta Defensa halló el primer tropiezo su autor, que por ella pasó en la cárcel de Saladero catorce meses, al cabo de los cuales salió condenado a la expatriación, no sin haber elaborado en ese tiempo el folleto La Democracia y las elecciones del 10 de mayo. Se estableció en Londres, donde representó a la democracia española en el comité europeo, del que formaban parte Mazzini, Kossuth y Ledru-Rollín, y allí permaneció hasta que la revolución de 1854 le permitió volver a España.

Nada más llegar imprimió un folleto, que produjo un ruido extraordinario. Demostraba en él osadamente que, dado el carácter de la revolución vencedora, Isabel II no era ni podía ser reina, y que el verdadero jefe del Estado era el general Espartero, aclamado por las masas populares. Garrido fue llevado al Saladero de nuevo, se le instruyó proceso y compareció una vez más ante el Jurado. Emilio Castelar, su defensor, pronunció con este motivo un brillante discurso. La extraordinaria elocuencia, la argumentación incontrastable del orador, pusieron la convicción de tal modo en el ánimo de los jueces, que Garrido fue por unanimidad absuelto. En seguida este último publicó con Antonio J. Cervera el periódico Las Barricadas, que no hizo otra cosa sino explanar lo dicho en el folleto. Los veintiocho números publicados de Las Barricadas le valieron veintiocho causas, recayendo sentencia absolutoria en todas ellas. En La Voz del Pueblo, en La Democracia y hasta en una pieza teatral, titulada Un día de revolución (1854) acentuó sus ideas el incansable propagandista durante el bienio (1854-56).

En el folleto La República democrática federal universal, publicado en Lérida en 1855, del que se agotaron varias ediciones, confirmó sus teorías, y otro titulado La Democracia y sus adversarios le valió el destierro a Lisboa; después salió milagrosamente bien del juicio sumario que se le había instruido por suponerle complicado en la conspiración que costó la vida a Sixto Cámara.

Buscando momentáneo reposo a sus trabajos políticos y expansión a sus aficiones literarias, publicó en Barcelona por aquellos días tomos de prosa y verso, varias producciones teatrales y una discreta biografía de su infortunado amigo Sixto Cámara. Mas lo persiguió la desgracia, y como se le atribuía cierta proclama contra Isabel II, que circuló por Barcelona cuando visitó esta capital la reina, tuvo Garrido que emigrar, primero a París y luego a Londres. Durante la nueva emigración escribió: La Democracia y el Socialismo, con un prólogo de Mazzini, y La España contemporánea, que, publicada en francés, fue traducida al español, alemán, dinamarqués, polaco y ruso. La obra Historia de las persecuciones políticas y religiosas desde los tiempos antiguos hasta nuestros días en todos los países de Europa, la Historia de las asociaciones obreras en Europa y la Historia de los crímenes del despotismo, publicadas por Garrido de 1865 a 1866 bajo el seudónimo Alfonso Torres de Castilla, precedieron a La Humanidad y sus progresos, libro que valió a su autor la excomunión del obispo de Barcelona, quedando desde entonces la publicación suspendida. Triunfante la revolución de 29 de septiembre de 1868, se presentó Garrido en Madrid tres o cuatro días más tarde y publicó un documento republicano, El nuevo rey de España, al cual siguieron otras varias hojas sueltas de carácter parecido; y, antes de acabar aquel año, empezó a imprimir en Barcelona la obra en tres tomos El último Borbón.

Al cabo de dos años dio a luz su Historia de las clases trabajadoras; al siguiente empezó el diario La Revolución Social, por el que fue condenado por tercera vez a Saladero y luego en Portugal, destierro de que regresó al formarse el gobierno de Ruiz Zorrilla.

Representante de Cádiz en las Cortes Constituyentes de 1869, fue diputado por Sevilla en las Cortes posteriores de 1872, y, apenas proclamada la República (1873), fue nombrado Intendente General de las islas Filipinas, de donde regresó a Cádiz después del golpe de Estado de 3 de enero de 1874. Pasó entonces voluntariamente a Lisboa, dedicándose allí a la pintura.

Decretó el gobierno portugués se expulsión junto a otros, aunque permaneció oculto en Oporto por espacio de algunos meses, y, refugiándose en París, vivió allí de sus pinceles y escribiendo artículos de política española en varios periódicos franceses. Ya en España en 1879, publicó el folleto La Cooperación, acerca de las sociedades cooperativas, y la obra histórica la Restauración teocrática; a la vez colaboraba en el periódico autonomista La Unión. Luego dio a luz La Revolución en la Hacienda del Estado, de las provincias y de los municipios; ¡Pobres Jesuitas!, e infinito número de artículos y cartas en periódicos diversos de todo el mundo.

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