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Dama (ajedrez)

De Ateneo de Córdoba
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La dama, también conocida popularmente como reina, es una pieza mayor del juego de ajedrez, representada en los países de habla hispana y portuguesa por la letra D en la notación algebraica. Es la pieza de mayor valor relativo del juego, por lo general valorada entre nueve y diez puntos. Al igual que la torre, es capaz de, con la ayuda del rey, ganar una partida contra un rey solitario. Por su movilidad es la pieza preferida de los principiantes de ajedrez.

En el chaturanga y shatranj, antecesores más antiguos de ajedrez, el lugar de la dama era ocupado por la firzan o firz, equivalente al visir o consejero real. En Europa, durante la Edad Media, la dama sustituyó poco a poco su antecesor, a pesar de que los movimientos sean los mismos, y ya en el final del siglo XIII estuvo presente en todo el continente. A finales del siglo XV, su movimiento se expandió alcanzando la norma actual, aunque todavía se restringían las condiciones de promoción de un peón a una nueva dama.

Normalmente no se utiliza en la fase de apertura del juego, por estar sujeta a ataques de las piezas menores en posiciones cerradas, aunque haya aperturas clasificadas en The Encyclopaedia of Chess Openings (Enciclopedia de aperturas de ajedrez) con su prematura utilización. En las fases de medio juego y final, se vuelve extremadamente útil, ya que se utiliza con facilidad en tácticas como el tenedor y el pincho.

La dama se mueve en línea recta por las filas, columnas y diagonales en el tablero. No puede saltar a sus propias piezas o las adversarias y captura tomando el escaque ocupado por por el escaque adversario. Debido a su valor, generalmente se cambia solo por la dama adversaria y su sacrificio, en función de otras piezas, son posiciones que normalmente determinan el resultado de la partida.

Movimiento y valor relativo

Gif de movimientos permitidos. Cada ajedrecista comienza el juego con una dama, situada en el centro de la primera fila al lado del rey. La dama blanca inicia el juego en una escaque claro, y la negra en un escaque oscuro, de ahí la regla de «la dama en su color». En notación algebraica, la dama blanca comienza el juego en d1 y la negra en d8.

La dama posee el movimiento combinado de la Torre y del Alfil, moviéndose en línea recta en las filas, columnas y diagonales. El número de escaques que puede atacar a un tablero vacío varía del 21 al 27 escaques siendo más efectivo en el centro del tablero. No puede saltar piezas de un mismo color o del adversario a su movimiento de captura consiste en ocupar el escaque de la pieza adversaria. Según lo establece la FIDE, la dama debe estar representada por la letra D en los países de habla portuguesa y española en la notación algebraica del ajedrez, que deben ser utilizadas en los torneos oficiales. En periódicos y en la literatura se recomienda la utilización de figuras o diagramas.

Debido a la importancia que la dama adquirió en el ajedrez, fue difundida una expresión en francés Gardez la Dame que significa «Proteja a la dama» anunciada cuando el ajedrecista atacaba la pieza adversaria. No obstante, esta expresión cayó en desuso a finales del siglo XIX, y al igual que el jaque, ya no se utiliza más en las competiciones oficiales.

Usualmente, el valor relativo de la dama se estima entre 7,9 y 15,5 puntos en relación al valor de referencia de un peón, aunque el valor más citado en la literatura es de entre nueve y diez puntos. Este valor es calculado en función de la movilidad de la dama y la cantidad de piezas adversarias en el tablero. Su capacidad para moverse en una dirección y atacar en otra, permite que ejecute con facilidad tácticas como el pincho y el tenedor.

A medida que existen menos adversarias, la pieza se vuelve más valiosa. Una dama tiene el mismo valor que dos torres, especialmente si otras piezas en el tablero, pero las torres se tornan más valiosas cuando el tablero se vacía, ya que pueden defenderse. Una torre con un peón y una pieza menor tiene un valor aproximado de dama, sin embargo la condición de igualdad sólo si es establecida si el lado sin la dama posee el par de alfiles. En finales con tres piezas menores, estas son un poco más valiosas que la dama, sobre todo si se trata de un par de alfiles y un caballo, cuya combinación no sufre de la debilidad del color cuando solo hay un alfil.

Estrategia

Los ajedrecistas principiantes desarrollan la dama tan pronto como sea posible, con la esperanza de saquear las posiciones adversas o aplicar un jaque mate como el mate pastor. Sin embargo, esta estrategia es desfavorable contra adversarios experimentados, ya que, en el inicio del juego, cualquier pieza adversaria puede repeler fácilmente un ataque de la dama solitaria. Por otra parte, debido al alto valor de la dama, el defensor puede ganar tiempo y espacio al amenazar a la dama atacante, obligándola a retroceder. Sin embargo, la defensa escandinava, que cuenta con la línea principal el desarrollo de la dama en el segundo y tercer movimiento es razonable siendo inclusive jugada en campeonatos mundiales.35 El cambio de damas muchas veces marca el inicio de la fase final del torneo, aunque no existan finales con la dama. Los finales con la dama son notoriamente difíciles de vencer, debido a la multiplicidad de movimientos posibles de la dama y la posibilidad de jaque perpetuo.

En el final de la partida la superioridad de la pieza se hace evidente en la cantidad de mates básicos que pueden ganar el juego. Contra un rey solitario consigue ganar en un mínimo de 10 lances. En finales sin peones, una dama es capaz de derrotar a un adversario con una sola torre o una pieza menor y debido a la multiplicidad de movimientos consigue forzar tablas por repetición de la misma posición en el tablero o por la regla de los 50 movimientos, aunque a nivel profesional la partida se considera en tablas antes. Dos torres contra una dama consiguen forzar una tabla y, en algunos finales, la dama es capaz de derrotar dos piezas menores, como un alfil y un caballo, aunque en algunos casos dos alfiles pueden crear una fortaleza. Tres piezas menores o una torre y dos piezas menores pueden forzar una tabla.

En finales con peones, las chances de empatar al adversario que no posee la dama aumentan en función de la posición de los peones y de su propio rey. Los peones conectados y pasados tienen más posibilidades de forzar tablas, sobre todo si el rey consigue mantener a sus peones, lo que impide la oposición que el adversario lo haga. En general, a medida que el valor de piezas adversarias se equipara al valor de dama, mayores son las posibilidad de tablas.

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