Homenaje a Francisco Gálvez

La disidencia es un camino que a la postre uno no sabe si ha sido una opción personal o forzado por las circunstancias. En cualquier caso sitúa al poeta fuera de los focos de la vanidad y de la algarabía, cada vez más sumisa, de los premios. Francisco Gálvez transitó ese camino desde que en 1973 fundara la Revista de Poesía Antorcha de Paja junto con José Luis Amaro y Rafael Álvarez Merlo, y la colaboración de Rafael Madueño de la Torre. Publicación representativa de lo que se llama generación del 68 o del 70. Revista que sin recursos materiales ajenos, fue mantenida por el esfuerzo de los componentes del propio grupo, en aras de una independencia cada vez más preciada. Revista que fue reflejo también del cambio cultural y político de la época, pero no sólo eso, sino también del cambio poético que oscilaba entre la dura poesía social y la estética veneciana de los novísimos. Lo cual no excluía que en sus páginas se hallaran estos mismos poetas, desde Cántico hasta poetas de la antología de Castellet, o del postismo. Calificada de heterodoxa y radical, se le ha atribuido no sólo el carácter de un hecho literario sino también “vivencial”. Y según Juan José Lanz, que elaboró una tesis en 1996 sobre la revista, destaca “su importancia en el resurgimiento de la poesía andaluza en un tiempo en el que predominaba un centralismo asfixiante y una poética novísima que todo lo nombraba”.

En la revista colaboraron pintores como Luis García Ochoa, José María Báez, José María García Parody, y en la segunda etapa el diseño y confección estuvo al cuidado de Julio Juste. Se publicaron 19 números a los que hay que añadir colecciones de poesía y crítica, como Trayectoria de Navegantes. De Antorcha de Paja se han ocupado profesores y críticos como el propio Juan José Lanz, Ángel Estévez y aparece en el libro de la Consejería de Cultura Poesía en los años oscuros (Las revistas poéticas andaluzas).

Francisco Gálvez es autor asimismo de los libros de poemas, Los Soldados, Un hermoso invierno, Iluminación de las sombras, Santuario, Tránsito (Premio Antrhopos 1993), El Navegante y su último libro Hilo roto, publicado en 2001 en la prestigiosa editorial Pretextos. Libro que como él mismo dice son versos de mensajes que buscan las respuestas, donde usa el teléfono como símbolo del amor, de acercamiento y distancia, de soledad y deseo. Poesía directa, sin ambages. Se ha publicado una selección de su poesía traducida al italiano y de su obra se han ocupado Molina Damiani, o Jiménez Hefferman. En la actualidad dirige la revista de literatura y crítica La manzana poética. Y codirige el Seminario de Poesía y Traducción Poética de Córdoba.

(Texto leído en el acto de Homenaje del Ateneo de Córdoba a Francisco Gálvez, celebrado en Bodegas Campos el 2 de abril de 2004, dentro del ciclo Noches de poetas y flamencos.