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Marco Tulio Cicerón

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Marco Tulio Cicerón, en latín Marcus Tullius Cicero (pronunciado en latín ['mar.kʊs 'tul.liʊs 'ki.ke.ro:]) (Arpino, 3 de enero del 106 a. C. - Formia, 7 de diciembre del 43 a. C.) fue un jurista, político, filósofo, escritor y orador romano. Es considerado uno de los más grandes retóricos y estilistas de la prosa en latín de la República romana.

Marco Tulio Ciceron.jpg

Antecedentes

Conocemos la vida de Cicerón, entre otros, gracias a la biografía que de él escribió Plutarco, a su abundante epistolario, que se ha conservado, y al celo de los humanistas del siglo XV y XVI que copiaron los raros manuscritos de sus discursos y otras obras.

El apodo "Ciceron" parece que deriva de 'cicer', garbanzo; según unos por dedicarse su familia (la familia Tulia de Arpino) al cultivo del garbanzo; según otros por tener un antepasado con una verruga en la nariz como un garbanzo.

Biografía

Primeros años

Marco Tulio Cicerón nació el 3 de enero de 106 a. C. en Arpinum (la actual Arpino), ciudad ubicada a unos 100 km. al sudeste de Roma. En la ciudad, de origen volsco pero conquistada por Roma en el 305 a. C., sus habitantes habían recibido la ciudadanía romana en el 188 a. C., por lo que adoptaron el latín como lengua (idioma del que Cicerón llegaría a ser maestro). Al extenderse la ciudadanía romana a todos los aliados de Italia, aunque no hubieran nacido en Roma, Cicerón era cives romanus de pleno derecho, y como tal, pertenecía a efectos legales y electorales a la gens Cornelia.

La familia de Cicerón pertenecía a la pequeña nobleza local, domi nobiles, pero no tenía ninguna relación con la clase senatorial romana. El padre de Cicerón, llamado J. C. Marco Tulio Cicerón, era un acomodado caballero (eques), cuya riqueza y, por lo tanto, su status, se basaba principalmente en la propiedad de tierras, dedicadas a la actividad agropecuaria. A pesar de estar semi-incapacitado para ejercer cargos políticos, compensó esta circunstancia realizando exhaustivos estudios. La madre de Cicerón se llamaba Helvia, pero poco más se sabe acerca de ella; según una carta del hermano de Cicerón, Quinto Tulio Cicerón, se la puede considerar como una ama de casa proveniente de buena familia, la típica matrona romana.

En este periodo de la historia romana, todas las personas cultas eran bilingües, hablando tanto latín como griego. La élite romana prefería el griego, debido a que se consideraba como una lengua más desarrollada y más rica en matices que el latín. Afortunadamente para la carrera de Cicerón, la enseñanza del griego se desarrollaba inclusive en las escuelas primarias de Arpino.[5] Años más tarde, al desarrollar sus estudios retóricos, Cicerón usó el idioma griego, pues la mayoría de los grandes maestros retóricos de este periodo provenían de la Hélade.

Tras su aprendizaje en la escuela primaria, Cicerón y su hermano Quinto marcharon a Roma a finales de los años 90 a. C. Bajo la tutela del famoso orador, Lucio Licinio Craso Orator, accedieron a un nivel superior en su proceso educativo, en el que la retórica y la filosofía ejercían un papel primordial, lo que significa que entraron en contacto con maestros especialmente cualificados, probablemente griegos.[6]

A través de Craso, Cicerón conoció a Arquias, poeta procedente de Antioquia. De él aprendió lo fundamental sobre la literatura griega y el gusto por la poesía.[7] Bajo esta influencia escribió su primera poesía Pontius Glaucus (Glauco Marino), que se ha perdido completamente. Posiblemente la compuso en el 92 a. C., cuando contaba con 14 años, lo que confirmaría la afirmación de Plutarco de ser un alumno sobresaliente y precoz.[8]

Muy probablemente al año siguiente, el 91 a. C., Cicerón dejo de usar la toga praetexta, símbolo de la adolescencia, y empezó a usar la toga virilis , lo que significaba el comienzo de su vida adulta y asunción de sus derechos y obligaciones como ciudadano. Este momento fue aprovechado por su padre para que aprendiera las bases del derecho romano, eligiendo a uno de los hombres públicos más prestigiosos del momento, Quinto Mucio Escévola, para que le enseñase.

Entre los pupilos de Escévola se encontraban Gaius Marius Minor (Cayo Mario el joven; hijo de Cayo Mario, el siete veces cónsul de Roma), Servius Sulpicius Rufus (Servio Sulpicio Rufo) y Titus Pomponius Aticus (Tito Pomponio Ático). Estos dos últimos serían amigos durante toda la vida de Cicerón, especialmente Pomponius (llamado Ático por su larga estancia en Atenas), y que se convertiría en el más allegado y confidente de Cicerón hasta su temprana muerte.

A finales de los años 90 a. C. y principios de los 80 a. C., Cicerón descubrió su amor por la filosofía, disciplina que tendría un gran papel en su vida: eventualmente seria el responsable de la introducción de la filosofía griega entre los romanos. El primer filósofo con el que tuvo contacto fue el epicúreo Fedro, cuando éste visitó Roma en el 91 a. C.: su amigo Ático se convertiría en un epicúreo para el resto de su vida, pero a Cicerón no le convenció de igual forma.

El 87 a. C., Filón de Larisa, jefe de la Academia Platónica de Atenas, visitó Roma. Cicerón le escuchó entusiastamente y se empapó de toda la filosofía platónica. Lo que más admiraba en Platón era su seriedad moral y política, pero también la amplitud de su intelecto. Aun así, la Teoría Platónica de las Ideas fue algo que Cicerón nunca pudo aceptar.

En los años en que Cicerón perfeccionaba sus estudios, estalló la Guerra Social o Guerra de los Aliados entre Roma y algunos de sus aliados itálicos. Puesto que en la Roma tardorrepublicana los jóvenes aspirantes a una carrera política habían de servir durante algunos años en la legión (generalmente ocupando alguno de los puestos de tribuno), a Cicerón no le quedó más remedio que incorporarse, el año 89 a. C., al cuerpo de ejército que luchaba en el frente septentrional bajo el mando del cónsul Cneo Pompeyo Estrabón.[9] Como tribuno, Cicerón era miembro de pleno derecho del estado mayor del cónsul, pero sus aportaciones militares debieron de ser pequeñas: él mismo dice que fue a la guerra para no renunciar a la anhelada gloria como orador a la que aspiraba, ya que no tenía mayores aptitudes castrenses, pues en esa época era extremadamente delgado y débil.[10]

Cicerón empezó su carrera pública como abogado el año 81 a. C. Era un pleito civil en el que Publio Quincio, su cliente, reclamaba que se le entregara una herencia que retenía como propia un tal Nervo, aunque no conocemos el desenlace del caso.

Pero no fue sino hasta el siguiente año, el 80 a. C., cuando Cicerón obtuvo su primera oportunidad de intervenir en un juicio de alto interés público, al ejercer la defensa de Sexto Roscio por parricidio. La importancia del caso venía dada porque lo que estaba en juego eran las propiedades del difunto, pues dos de sus parientes y Crisógono, liberto próximo a Sila, habían logrado incluir al ya fallecido padre de Roscio en la lista de proscritos, y al acusar de parricidio al hijo le impedirían tomar la herencia.

Para enfrentar este caso, que tenía notorias implicaciones a pesar de que Lucio Cornelio Sila ya había renunciado a la dictadura, Cicerón dividió su argumentación en tres partes: en la primera, defendía a Roscio, demostrando que él no cometió el crimen; en segundo lugar, atacó a los presuntos culpables del delito -uno de ellos pariente de Roscio-, argumentando acerca de cómo el delito era culpa de ellos y no de su defendido; por último, atacó a Crisógono, declarando que el padre de Roscio fue asesinado para obtener sus propiedades a un bajo precio, remarcando al mismo tiempo que exoneraba de cualquier responsabilidad a Sila.[11] La estrategia tuvo éxito, transformándose inmediatamente en un célebre abogado y orador.

A pesar de la victoria, y por seguridad ante eventuales represalias políticas (aunque posiblemente también por deseos de perfeccionarse en los estudios), Cicerón realizó el 79 a. C. un largo viaje por el Mediterráneo oriental donde fue discípulo de Fedro el Epicúreo, de Filón de Larisa, de Diodoto, de Antíoco de Ascalón, de Zenón y de Posidonio. Esta multiplicidad de maestros hizo que Cicerón aplicara distintas concepciones a los problemas filosóficos. Sus planteamientos relativos a la moral estaban cercanos al estoicismo, mientras que en gnoseología defendía un escepticismo moderado; todas estas influencias y lecturas darán al cabo en el eclecticismo y en él sintetizará la tradición griega rescribiéndola en latín.[12]

Carrera política

De vuelta a Roma en 77 a. C., retomó su profesión de abogado, lo que le ayudó en su promoción política, hasta que en 74 a. C. se incorporó al Senado tras su elección como cuestor, con destino en la Provincia de Sicilia, que desempeñó con la eficacia que siempre le caracterizó.

Acabado su mandato como cuestor, regresó a Roma, donde continuó ejerciendo de abogado y destacó en diversos procesos, de los cuales quizá el que mayor fama le dio fue el sostenido contra Verres.

En el año 70 a. C., los habitantes de Sicilia, probablemente recordando su etapa como cuestor en la isla, rogaron a Cicerón que se hiciera cargo del proceso contra Verres, el corrupto gobernador de la provincia que había saqueado la misma a placer en su propio beneficio, cometiendo numerosos abusos de poder. Cicerón corrió un gran riesgo, ya que Verres pertenecía a los patricios y a los optimates y tenía amigos poderosos. No obstante, llevó el caso con tal brillantez que el abogado de Verres, Quinto Hortensio Hórtalo (uno de los más eminentes abogados de la época), recomendó a su cliente autoexiliarse en la ciudad de Marsella incluso antes de que el proceso hubiera concluido, a fin de evitar una más que probable condena. Cicerón, que contaba entonces con treinta y seis años, se convirtió en el abogado más reputado de Roma, paso esencial para ascender en la carrera política para un "homo novus".

Elegido Pretor a los 39 años, en el sorteo que se celebraba entre los 8 pretores nombrados no obtuvo el cargo de pretor urbano (el más codiciado), que fue a caer a manos de Antonio Hybrida, sino el menos importante y lucido de presidente del tribunal de extorsiones, que tan bien conocía por haber defendido en él numerosos casos, como el citado de Verres. Ese era el escalón necesario para que en el año 62 a. C. presentara oficialmente su candidatura a cónsul.

Cicerón fue elegido cónsul el 63 a. C., junto con Cayo Antonio Hybrida; en las mismas elecciones sería elegido como pretor Julio César. Si bien las simpatías de Cicerón se dirigían hacia el partido de la nobleza senatorial (los optimates), no dejaba de ser un homo novus, atacado por ello desde uno y otro bando: unos, por envidia y otros por desdén. Quizá para ganarse la confianza de los optimates y de su líder Pompeyo, se enfrentó a los seguidores del partido popular, representado, entre otros, por el propio César.

Durante su mandato denunció y reprimió la conjura del que había sido candidato a cónsul por los optimates, Lucio Sergio Catilina, contra quien compuso sus famosas Catilinarias, discursos en que denunciaba la conspiración que éste encabezaba, y que fueron pronunciados ante el Senado. Aunque trató de que la responsabilidad de la pena de muerte dictada contra los conspiradores fuera compartida por el Senado, desde ciertos sectores (cercanos a César) se le achacó demasiada dureza en la represión de los sublevados, y hubo de exiliarse el 58 a. C. Tras un año emigrado en Macedonia, Pompeyo le perdonó y pudo regresar.

En el año 51 a. C. aceptó el cargo de procónsul de la provincia romana de Cilicia, regresando a Roma en el 50 a. C. Apoyó a Pompeyo contra César en la guerra civil, al parecer porque le creía más cercano a las ideas republicanas. Sin embargo, al vencer César finalmente en el 48 a. C., Cicerón comprendió que era inútil toda oposición, y César le perdonó, quizá debido a su gran prestigio como escritor y pensador o quizá porque César gustaba de mostrar su magnificencia perdonando a sus enemigos señalados.

Comprendiendo su delicada situación, Cicerón declinó toda actividad política y se dedicó a escribir. Soportó a duras penas la política cesariana, ya que era un republicano convencido; sin embargo, al ser asesinado César el 44 a. C., volvió a la política y se opuso con todas sus fuerzas al discípulo del dictador, Marco Antonio, escribiendo contra él sus famosas Filípicas e incluso estableciendo amistad con el hijo adoptivo de César, Cayo Octaviano César ( Augusto), pero fue asesinado por los partidarios de Marco Antonio el año 43 a. C., que le mutilaron cortándole las manos y atándoselas al cuello.

Obra

Escribió distintos diálogos sobre varios temas:

Laelius, sive De Amicitia, "Lelio, o Sobre la amistad" diserta sobre este tema afirmando que la única amistad posible es entre iguales y pondera la importancia de la misma para la felicidad humana, elevando su principio a lo más digno de la naturaleza humana.

En el diálogo, Cato maior, sive De Senectute, "Catón el Viejo, o Sobre la vejez" manifiesta los beneficios que proporciona una vejez sana y las ventajas que reporta en experiencia y sabiduría.

Conocido es también De officiis Sobre las obligaciones, obra que consta de tres libros, escritos en género epistolar. Estaban dirigidos a un "tú", que era su hijo Marco. El último libro es el más original y contiene un serio ataque contra los gobiernos dictatoriales; fue escrito cuando se hallaba huído de la persecución de Marco Antonio, poco antes de su muerte.

Como jurista Cicerón fue el mayor y más influyente de los abogados romanos de su época, usando de sus aptitudes en retórica y oratoria para sentar numerosos precedentes que fueron largamente usados. Como escritor, aportó al latín un léxico abstracto del que carecía, transvasó y tradujo numerosos términos del griego y contribuyó al idioma latín, transformándolo definitivamente en una lengua culta, apta para la expresión del pensamiento más profundo. Escribió numerosos Discursos, a veces agrupados por ciclos temáticos (las tres Catilinarias, las Verrinas, las catorce Filípicas contra Marco Antonio...) y bastantes tratados sobre Retórica y Oratoria, como el De oratore.

En el siglo IV de nuestra era, la lectura del De Hortensius de Cicerón (obra actualmente perdida) despertó en la mente de San Agustín el espíritu de especulación. Durante el Renacimiento Cicerón fue uno de los modelos de la prosa y se leyeron ávidamente sus cuatro colecciones de cartas, conservadas y editadas por su secretario personal Tirón (al que se atribuye el perfeccionamiento de la taquigrafía), entre las cuales destacan las Epístolas Ad Familiaris (Cartas a los familiares), donde se perciben sus veleidades políticas, sus gustos filosóficos y literarios, y la vida cotidiana de su casa y de la Roma de su tiempo.

Casi toda su obra manifiesta una gran preocupación sobre cuál debe ser la formación del orador, que estima que ha de ser integral y emprenderse desde la cuna, en lo que tuvo por mayor seguidor en fechas muy posteriores a Marco Fabio Quintiliano.

Como moralista, defendió la existencia de una comunidad humana universal más allá de las diferencias étnicas (Humanismo) y la supremacía del derecho natural en su obra maestra, el De officiis o "Sobre las obligaciones" y se manifestó contra la crueldad y la tortura.

Como filósofo no le satisfizo ninguna escuela griega y prefirió adoptar el pensamiento del Eclecticismo, tomando lo mejor de unos y de otros. Contrario al escepticismo radical, sostenía la necesidad de conceptos innatos e inmutables necesarios para la cohesión social y los vínculos relacionales de los individuos. Sus ideas sobre religión, expresadas en De natura deorum, (Sobre la naturaleza de los dioses), revelan sus creencias y su apoyo al libre albedrío. Casi todos sus trabajos filosóficos deben mucho a fuentes griegas, que trata con familiaridad y enriquece con su propio juicio; fue, pues, un gran divulgador y preservador de la filosofía helénica.

En política fue un republicano convencido, absolutamente enemigo de la tiranía, y se le deben obras dialogadas como el De re publica y De legibus ("Sobre la república" y "Sobre las leyes"). Compuso además un tratado De gloria que no se ha conservado y cuyo rastro se pierde en las manos del humanista Francesco Petrarca, que alcanzó a leerlo en la Edad Media.

Listado de obras

  • Los 16 libros de las Epistulæ ad familiares (escritas entre el 62 y el 43 a. C.) se agrupan por destinatarios.
  • Epistulæ ad Atticum, igualmente en 16 libros (escritas entre el 68 y el 43 a. C.), dispuestos en su mayor parte por orden cronológico.
  • Epistulæ ad Quintum fratrem, en 3 libros (escritas entre el 60 y el 54 a. C.), recogen las escritas entre Cicerón y su hermano Quinto.
  • Epistolæ ad Marcum Brutum, originalmente recogidas en 9 libros.
  • De oratore (acerca de la formación del orador).
  • Orator (retrato del orador ideal).
  • Brutus, historia de la elocuencia griega y romana.
  • De optimo genere oratorum, que versa sobre el mejor tipo de elocuencia.
  • Partitiones oratoriae se refiere a las divisiones de los discursos.
  • Topica, sobre los lugares comunes de los discursos.
  • Discursos judiciales de defensa (Pro Archia poeta, Pro Roscio Amerino, Pro Murena, Pro Milone...).
  • Discursos judiciales de acusación (In Verrem, o Verrinas etc).
  • De re publica, que propone como mejor sistema político el resultante de la fusión de la «monarquía», la «oligarquía» y la «democracia». El Libro VI incluye el «Sueño de Escipión», comentado por Macrobio.
  • De legibus, sobre el derecho natural, las leyes sagradas y el orden estatal, así como sobre las funciones propias de los magistrados.
  • Consolatio de la muerte de su hija Tulia, donde defiende la inmortalidad del alma.
  • De finibus bonorum et malorum (Sobre el sumo bien y el sumo mal, contraposición de las teorías epicúreas, estoicas, platónicas y peripatéticas).
  • De officiis (Sobre los deberes, quizá la obra maestra de Cicerón; el último de sus tres libros es el más personal, escrito en parte bajo su aversión contra la tiranía de Marco Antonio).
  • Cato Maior De senectute (Sobre la vejez).
  • Laelius De amicitia (Sobre la amistad).
  • De natura deorum (Sobre la naturaleza de los dioses).
  • De divinatione (Sobre la adivinación).
  • De fato (Sobre el destino).
  • Catilinarias y Filípicas.

Algunas Frases Célebres

Como hombre cultivado e inteligente, Cicerón produjo numerosas citas que se han usado habitualmente, sobre todo en los campos de la política y el derecho. Podemos señalar, de entre las más conocidas las siguientes:

  • Cedant arma togae: "que se rindan las armas a la toga", para expresar la preponderancia que debe tener el poder civil sobre el militar.
  • El buen ciudadano es aquel que no puede tolerar en su patria un poder que pretenda hacerse superior a las leyes.
  • Quo usque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?: "¿Hasta cuándo, Catilina, abusarás de nuestra paciencia?", usada para quejarse de que algo está reclamando una paciencia infinita y que ésta está a punto de terminarse.
  • La fuerza es el derecho de las bestias.
  • O tempora, o mores!: "¡Oh tiempos, oh costumbres!". Usada como queja para señalar que se han perdido las buenas costumbres de nuestros antepasados.

Referencias

  1. ↑ Rawson, E.: Cicero, a portrait (1975) p.303
  2. ↑ Haskell, H.J.: This was Cicero (1964)p.300-301
  3. ↑ Pina Polo, Francisco:"Marco Tulio Cicerón" (2005) p.35.
  4. ↑ Ad Familiares XVI 26
  5. ↑ Rawson, Elizabeth :"Cicero, a portrait" (1975) p.7.
  6. ↑ Pina Polo, Francisco:"Marco Tulio Cicerón" (2005) p.37
  7. ↑ Pro Archia 1
  8. ↑ Plutarco, Cicerón II
  9. ↑ Pina Polo, Francisco:"Marco Tulio Cicerón" (2005) p.41-42.
  10. ↑ Brutus 313 314
  11. ↑ Pro Sex. Roscio Ameriae
  12. ↑ ^ Haskell, H.J.: "This was Cicero" (1940) p.83

Bibliografía

Obra propia

Editorial Gredos ha editado gran parte de su obra:

Sobre Cicerón

  • Harris, Robert (2006). Imperium. Arrow Books Ltd (UK), hardback, 352 Pags. ISBN 978-0-09-180095-6. Hay traducción al castellano, mismo título, Ed. Grijalbo (2007) ISBN 978-950-28-0445-3.
  • Haskell, H. J. (1946). This was Cicero. Fawcett publications, Inc. Greenwich, Conn. USA
  • Pina Polo, Francisco (2005). Marco Tulio Cicerón. Barcelona, Ariel. ISBN 8334467712
  • Plutarco. Vidas paralelas: Demóstenes & Cicerón.
  • Rawson, Elizabeth (1975). Cicero, A portrait. Allen Lane, London. ISBN 0-7139-0864-5
  • Taylor Caldwell (1965). A pillar of iron. Maeva, 829 Pags. ISBN 84-96231-08-9
  • Taylor, H. (1918). Cicero: A sketch of his life and works. Chicago: A. C. McClurg & Co.

Véase también

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