Ateneo de Córdoba. Calle Rodríguez Sánchez, número 7 (Hermandades del Trabajo).

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Lunes 11 de Mayo. Conferencia de MANUEL VACAS." LA GUERRA CIVIL EN EL NORTE DE LA PROVINCIA DE CÓRDOBA.LAS BATALLAS DE POZOBLANCO Y PEÑARROYA- VALSEQUILLO". (Presenta Antonio BARRAGÁN).Todos los actos en la Sede del Ateneo.

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Villancico flamenco

De Ateneo de Córdoba
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El villancico flamenco es un cante con copla de cuatro versos octosílabos, engarzando el cantaor una con otra al interpretarlo, siendo junto a la saeta la mejor manifestación flamenca de inspiración religiosa, basándose en este caso en los sucesos que acontecen y rodean el nacimiento de Cristo.

El Diccionario de la Real Academia de la Lengua, define así al Villancico:

Cancioncilla popular breve que frecuentemente servía de estribillo.
Cierto género de composición poética con estribillo.
Canción popular, principalmente de asunto religioso, que se canta en Navidad y otras fiestas.

En todas las épocas, los villancicos se han cultivado de forma muy variadas, constituyendo las más sencilla manifestación popular y sencilla de la lengua castellana.

La razón de que su máximo esplendor fuera en los siglos XVI y XVII, fue en que los poetas cultos pusieron buen cuidado al escribirlos, en un lenguaje asequible al pueblo.

En el folclore andaluz, la fiesta religiosa de la Navidad, fiesta popular por excelencia, nunca ha podido quedar fuera del ámbito flamenco.

El villancico y otros cantes relacionados con la Navidad, a partir del siglo XX comienza a adquirir tonalidades flamencas, imponiéndose de forma paulatina en corrales de vecinos y en las castizas zambombas de los patios, acentuándose y cobrando entidad con las interpretaciones de artistas flamencos de reconocida categoría como El Gloria en primer lugar, siendo en los años veinte y treinta su gran divulgación, y en especial a sus grabaciones en discos a compás de bulerías.

El pueblo andaluz ha celebrado siempre la Navidad al son de la Zambomba, un rústico instrumento formado por una tinaja u orza, cerrada por un lado con una piel o lienzo tenso, llevando en centro un carrizo, que al ser frotado produce un sonido ronco, que junto con la pandereta, sonajas de latillas y una botella de aguardiente frotada con una cuchara, crea un ambiente festivo, alegre y bullicioso, participando desde los niños a los más viejos, sonando todos al mismo compás.

Benito Mas y Prat, en 1866, hace una interesante descripción de la zambomba, en la revista La Ilustración Española y Americana:

La zambomba es la reina de la fiesta y es la que presta a las nocturnas veladas de Pascua y Nochebuena su carácter propio. Esencialmente es un instrumento casero, esta al alcance de todos, y lo mismo levanta la voz en el tugurio que en la limpia cocina del labrador acomodado. Un cangilón de noria, una maceta cuyas plantas secaron los vientos traidores de diciembre, una talla de Triana que lució sus asas pintadas en el alcarracero, cualquier tiento, en fin, cuya ancha boca se preste a sostener un trozo de piel o pergamino sirven en estos casos a maravilla. El carrizo, que ya no recuerda aquellas hermosas tardes de estío en las que miraba correr el agua y hacerse el amor a los verderones y a los jilgueros, hállase coronado de sonajas, lazos de cintas y dorados cascabeles, y sembrado sin saber cómo ni cuándo en algún privilegio de Don Pedro el Cruel que escapó de las manos de los anticuarios rebuscadores.

La empresa de hacer sonar estos instrumentos es por demás difícil, pues se da el caso de que la zambomba alcance desmesuradas proporciones; por esto durante el vértigo de sus ronquidos, toman fuerza tocadores y tocadoras, consumiendo sendos pedazos de pasta con aditamento de aguardiente. Diciendo así la copla:

La zambomba tiene un diente
y el carrizo tiene dos,
y la niña que la toca
come torta y alfajor.

En la mayoría de los villancicos que se cantan en la noche de Navidad, pueden proceder de los juegos pastoriles y autos sacramentales que se componían en los conventos e iglesias durante la Pascua, siendo el tema religioso el principal, aunque a veces entran el coro de las tonadillas profanas de antes y de ahora, recordándose en los Autos de Calderón, los diálogos de Satán y del Hombre:

Esta noche nace el Niño,
es mentira que no nace.
Estas son las ceremonias
que todos los años hacen.

Perdurando al cabo de un siglo, estas costumbres narradas por Benito Mas Prat, se cantan en la mayor parte de los pueblos de Andalucía, siendo Jerez de la Frontera uno de los pueblos donde ha tenido más arraigo la zambomba flamenca, que después de unos años de decadencia a partir de los cincuenta, ha experimentado una gran relevancia, volviendo por sus fueros, y en especial en las peñas flamencas y asociaciones, siendo la secular tradición de una fiesta colectiva donde se canta a coro, entre la algarabía general, los romances andaluces populares, así como retahílas cómicas, y coplas irónicas y cómicas, y las situaciones de pobreza, siendo la misma en que se encuentra el cantaor de estos villancicos que transparenta intimidad por los cuatro costados, constituyendo una verdadera confesión.

Yo le llevo de regalo
al niño que está en la cuna,
lo que buenamente puedo
porque no tengo fortuna.

Fuente