Ateneo de Córdoba. Calle Rodríguez Sánchez, número 7 (Hermandades del Trabajo).
PRÓXIMOS ACTOS DEL ATENEO DE CÓRDOBA
Nueva Junta Junta Directiva del Ateneo de Córdoba
Marzo , 1a.quincena. Conferencia de JUAN ORTIZ VILLALBA. " LA MASONERÍA EN CÓRDOBA ". (Presenta José Luis García Clavero).
Jueves 11 de abril. Conferencia de DESIDERIO VAQUERIZO." LOS ORIGENES DE CÓRDOBA". (Presenta J.L.G.C).
Finales de abril, primera semana de mayo. Proyección del documental "MONTE HORQUERA" de FERNANDO PENCO, galardonado en diversos Festivales internacionales (Italia, India, Holanda etc,)
Lunes 11 de Mayo. Conferencia de MANUEL VACAS." LA GUERRA CIVIL EN EL NORTE DE LA PROVINCIA DE CÓRDOBA.LAS BATALLAS DE POZOBLANCO Y PEÑARROYA- VALSEQUILLO". (Presenta Antonio BARRAGÁN).Todos los actos en la Sede del Ateneo.
CONVOCADOS LOS PREMIOS DEL ATENEO DE CÓRDOBA
XI Premio de Relato Rafael Mir.
XXXIX Premio de Poesía Juan Bernier.
IX Premio Agustín Gómez de Flamenco Ateneo de Córdoba.
Fallo de las Fiambreras de Plata 2023, relación de homenajeados aquí.
¡Ayúdanos! | → | Envíanos tus imágenes | Estamos en Facebook. Visítenos |
Avicena
Avicena (latinización del nombre por el que se conoce en la tradición occidental a Abū ‘Alī al-Husayn ibn ‘Abd Allāh ibn Sīnā (en persa: ابو علی الحسین ابن عبدالله ابن سینا, en árabe: أبو علي الحسین بن عبدالله بن سینا) (Bujara, Gran Jorasán, c. 980 – Hamadán, 1037), médico, filósofo y científico persa. Escribió alrededor de 450 libros de diversas materias, fundamentalmente de filosofía y medicina. Sus libros más famosos fueron El libro de la curación y El canon de medicina (también conocido como Canon de Avicena). Sus discípulos le llamaban Cheikh el-Raïs, príncipe de los sabios, el más grande de los médicos, el Maestro por excelencia, el tercer Maestro (después de Aristóteles y Al-Farabi). Es considerado como uno de los más grandes médicos de todos los tiempos.
Biografía
Avicena, o Ibn Siná (como fue llamado en persa), nació el 7 de agosto del año 980 en Afshana (provincia de Jorasán, actualmente en Uzbekistán), cerca de Bujara. Su padre era musulmán y su madre probablemente de origen judío — existe una controversia al respecto. Parece que fue precoz en su interés por las ciencias naturales y la medicina, tanto que a los 14 años, estudiaba solo. Avicena fue enviado durante su niñez a estudiar cálculo con un mercader, al-Natili. Como tenía buena memoria, el joven niño acabó superando a su maestro en cálculo y en matemáticas. Se sabía de memoria todo el Corán. Cuando su padre fue nombrado funcionario, lo acompañó a Bujara, entonces capital de los Samaníes, y allí estudió los saberes de la época, tales como física, matemáticas, filosofía, el Corán o lógica. Se vio influenciado por un tratado de al-Farabi, que le permitió superar las dificultades que encontró en el estudio de la Metafísica de Aristóteles. Esta precocidad en los estudios también se reflejó en una precocidad en la carrera: con 16 años ya dirigía a médicos famosos.
Cuando tan sólo contaba con 17 años ya gozaba de fama como médico por salvar la vida del emir Nuh ibn Mansur. A cambio, tan sólo pidió permiso para acceder a la biblioteca real, gracias a la cual amplió sus conocimientos de matemáticas, música y astronomía. Su sed de conocimiento también ayudó a que, con 18 años, ya poseía todas las ciencias conocidas. Además se convirtió en médico de la corte y consejero de temas científicos hasta la caída del reino samaní en 999.
En Hamadán el emir buyida Shams o-dowleh le eligió como ministro. Se impuso entonces un programa de trabajo agotador: de día, se dedicaba a la cosa pública, de noche a la ciencia. Además de vivir dos carreras, trabajaba doblemente: dirigía la composición del Shifa y la del Canon médico; la tarea era tan abrumadora que necesitó ayuda: dos discípulos se repartían la relectura de los folletos de las dos obras, siendo uno de ellos el fiel Al-Juzjani, secretario y biógrafo.
A los 20 años, y por mediación de Abū Bakr al-Barjuy, escribió diez volúmenes llamados El tratado del resultante y del resultado y un estudio de las costumbres de la época conocido como La inocencia y el pecado. Con estos libros su fama como escritor, filósofo, médico y astrónomo se extendió por toda Persia, por donde se dedicó a viajar.
En 1021, la muerte del príncipe Shams o-dowleh, y el comienzo del reinado de su hijo Sama o-dowleh, cristalizaron las ambiciones y los rencores: víctima de intrigas políticas, Avicena fue a la cárcel. Disfrazado de derviche, consiguió evadirse y huyó a Ispahán, al lado del emir kakuyida `Ala o-dowleh.
Cuando tan sólo contaba con 32 años, Avicena inició su obra maestra, el celebérrimo Canon de medicina (traducida al latín por Gerardo de Cremona), que contiene la colección organizada de los conocimientos médicos y farmacéuticos de su época en 5 volúmenes.
Durante una expedición en Hamadán (Irán), Avicena sufrió una crisis intestinal grave, que padecía desde hacía tiempo y, que contrajo, según dijeron, por exceso de trabajo y de placer. Avicena intentó curarse él mismo, pero su remedio le fue fatal. Murió, siempre precoz, a los cincuenta y siete años en el mes de agosto de 1037 tras haber llevado una vida muy ajetreada y llena de vicisitudes, agotado por el exceso de trabajo.
Aún hoy se le venera en Hamadán.
Importancia en el pensamiento occidental
La obra de Avicena dentro de aquellos que buscan guiarse por la razón es de una importancia capital, pues supone la presentación del pensamiento aristotélico ante los pensadores occidentales de la Edad Media. Sus obras se tradujeron al latín en el siglo XII, reforzando la doctrina aristotélica en Occidente aunque fuertemente influida por el pensamiento platónico.
Avicena declaró haber leído en más de cuarenta ocasiones la Metafísica de Aristóteles sin llegar a entenderla del todo, pues no expone el origen de las cosas como obra de un Creador bondadoso. Avicena mezcló la doctrina aristotélica con el pensamiento neoplatónico, adaptando a su vez el resultado al mundo musulmán. Colocó a la Razón (manifestación objetiva de la voluntad del propio Dios) por encima de todo ser y explicó que con esto se nos llama a buscar la perfección. También distinguió entre la esencia abstracta y el ente concreto que no exige existir, pero existe por la esencia. Además, el ente está compuesto por una parte necesaria (en este caso Alá, que existe siempre) y una parte de «lo posible» (el resto de los seres mundo, que sólo existen por una causa: la voluntad de Dios). Niega también la inmortalidad del alma como ente individual.
Curó una grave enfermedad al emir de Bujara, quien, como recompensa, le abrió las puertas de su gran biblioteca. Además de numerosas obras de medicina escribió también sobre filosofía, donde conjugaba la tradición aristotélica con elementos neoplatónicos.
Tuvo una gran influencia en pensadores posteriores de la talla de Tomás de Aquino, Buenaventura de Fidanza o Juan Duns Scoto.
También planteó un pensamiento similar al de Descartes, pero mucho antes que éste, en el que exponía que un hombre suspendido en el aire aislado, sin ningún contacto con nada, ni siquiera su propio cuerpo, sin ver ni oír, afirmará sin duda alguna que existe, intuirá su propio ser.
En muchos libros de filosofía se hermanan el pensamiento de Avicena con el del cordobés Averroes (1126–1198), pues suponen el acercamiento del Islam (y del Cercano Oriente en general) a la filosofía griega.
Su obra
De una amplitud variable según las fuentes (276 títulos para G. C. Anawati, 242 para Yahya Mahdavi), la obra de Avicena es numerosa y variada. Avicena ha escrito principalmente en la lengua sabia de su tiempo, el árabe clásico, pero a veces también en la lengua vernácula, el persa. Del conjunto de su obra nos han llegado 105 volúmenes, algunos de marcado carácter enciclopédico como su otra gran obra conocida: el Libro de la curación.
Es autor de monumentos, de obras más modestas, pero también de textos cortos. Su obra cubre toda la extensión del saber de su época:
- lógica, lingüística, poesía;
- física, psicología, medicina, química;
- matemáticas, música, astronomía;
- moral y ciencias económicas;
- metafísica;
- mística y comentarios del Corán.
La finalidad personal del filósofo encontró su acabado en la filosofía oriental (hikmat mashriqiya), que tomó la forma de la compilación de veintiocho mil temas. Esta obra desapareció de Ispahán en 1034, y no quedan más que algunos fragmentos.
Durante varios siglos, hasta el siglo XVII, su Qanûn ('Canon') fue la base de la enseñanza tanto en Europa donde destronó a Galeno, como en Asia.
A él se debe el uso de la casia, del ruibarbo, del tamarindo, etc.
Publicaciones antiguas
Las obras de Avicena han sido publicadas en árabe, en Roma, en 1593, in-folio.
Se han traducido en latín y publicado sus Cánones o Preceptos de medicina, Venecia, 1483, 1564 y 1683 sus Obras filosóficas, Venecia, 1495; su Metafísica o filosofía primera, Venecia, 1495.
Pierre Vattier había traducido todas sus obras en francés; sólo se publicó la Lógica, París, 1658, en octavo.
La medicina de Avicena
El canon de la medicina
El Kitab Al Qanûn fi Al-Tibb («Libro de las leyes médicas»), compuesto por cinco libros, es la obra médica mayor de Avicena.
Influencia de Avicena
Su Canon tuvo mucho éxito, eclipsando los trabajos anteriores de Al-Razi (850–926), de Haly-Abbas (930–994) y de Abu Al-Qasim (936–1013) e incluso los de Ibn Nafis (1210–1288), que le son posteriores. Las cruzadas del siglo XII al siglo XVII trajeron de nuevo a Europa el Canon de la medicina, que influenció la práctica y la enseñanza de la medicina occidental.
La obra fue traducida en latín por Gerardo de Cremona entre 1150 y 1187, e impreso en hebreo en Milán en 1473, después en Venecia en 1527 y en Roma en 1593. Su influencia fue duradera y el Canon sólo fue puesto en duda a partir del Renacimiento: Leonardo da Vinci rechazó la anatomía y Paracelso lo quemó. Fue el desarrollo de la ciencia europea lo que provocaría su obsolescencia, por ejemplo la descripción de la circulación de la sangre por William Harvey en 1628. Sin embargo esta obra marcó durante mucho tiempo el estudio de la medicina e incluso en 1909, se dio una clase sobre la medicina de Avicena en Bruselas.
Avicena se desmarca en los ámbitos de la oftalmología, de la gineco-obstetricia y de la psicología. Se detiene mucho en la descripción de los síntomas, describiendo todas las enfermedades catalogadas de la época, incluso aquellas que atañen a la psiquiatría.
- Es el primero en distinguir la pleuresía, la mediastinitis y el absceso subfrénico.
- Describe las dos formas de parálisis faciales (central y periférica)
- Da la sintomatología del diabético.
- Sabe hacer el diagnóstico diferencial entre la estenosis del píloro y la úlcera de estómago.
- Describe diferentes variantes de ictericias.
- Da una descripción de la Catarata, de la meningitis, etc.
- Presiente el papel de las ratas en la propagación de la peste.
- Indica que ciertas infecciones se transmiten por vía placentaria.
- Es el primero en preconizar tratamientos por lavativas rectales.
- Descubre que la sangre parte del corazón para ir a los pulmones, y volver, y expone con precisión el sistema de ventrículos y de válvula del corazón.
- Es el primero en describir correctamente la anatomía del ojo humano.
- Emite también la hipótesis según la cual el agua y la atmósfera contendrían minúsculos organismos vectores de algunas enfermedades infecciosas.
Puede ser considerado el inventor de la traqueotomía, cuyo manual operatorio sería precisado por el célebre cirujano árabe Abū el-Kasis de Córdoba. En el Renacimiento se encontró información de una intervención semejante, llevada a cabo por el médico italiano Antonio Musa Brasavola (1490–1554).
Pero ante todo, Avicena se interesa por los medios de conservar la salud. Recomienda la práctica regular de deporte o la hidroterapia en medicina preventiva y curativa. Insiste en la importancia de las relaciones humanas en la conservación de una buena salud mental y somática.
La medicina de Avicena podría resumirse en la frase de introducción de Urdjuza Fi-Tib' (Poema de medicina): «La medicina es el arte de conservar la salud y eventualmente de curar la enfermedad ocurrida en el cuerpo».
Otros
El Premio Avicena es un prestigioso galardón que se otorga a las personas que se distinguen en la ética en el quehacer científico.
En el libro El médico (The Physician) de Noah Gordon se narra la ilusión de un joven inglés, aprendiz de medicina, por aprender del gran maestro de su época. Igualmente la novela Avicena o la ruta de Isfahán de Gilbert Sinoué narra desde una perspectiva humana la biografía de Avicena con sus pasiones y sabiduría.
Bibliografía
- Miguel Cruz Hernández, La metafísica de Avicena, Granada: Publicaciones de la Universidad, 1949
- Dimitri Gutas, Avicenna and the Aristotelian Tradition: Introduction to Reading Avicenna's Philosophical Works, Leiden: Brill 1988
- Rafael Ramón Guerrero, Avicena, ca. 980–1037, Madrid: Ediciones del Orto, 1996
- Reisman, David C. (ed.), Before and After Avicenna: Proceedings of the First Conference of the Avicenna Study Group, Leiden: Brill 2003
- The Cambridge Companion to Arabic Philosophy, edited by P. Adamson and R. Taylor, Cambridge: Cambridge University Press 2005
- Amos Bertolacci, The reception of Aristotle's Metaphysics in Avicenna's Kitab al-Sifa'. A milestone of Western metaphysical thought, Leiden: Brill 2006
Enlaces externos
- Julio César Cárdenas Arenas, Revisión de la Filosofía Oriental de Avicena en Transoxiana 10, julio de 2005.
- Luis Xavier López Farjeat, Avicena, en Philosophica: Enciclopedia filosófica on line